martes, 27 de enero de 2009

Haikus




Haiku I

La sangre corre
entre los horizontes,
de los que sueñan.



Haiku II

Los huesos guardan
tiempos acorazados,
polvo de brisas.




Haiku VI

Sigue a las sombras
un par de ojos felinos,
escuchándose.

sábado, 17 de enero de 2009

El pibe y las comisuras del neón


-La vida es un soplo – dijo él, tomándole las manos. Pero en el reflejo opaco de él, en los ojos de ella, la vista estaba fijada en el suelo. - mira el reloj, diosa mía, hagamos lo que propongo, no te arrepentirás – y orgulloso de su suerte, toco el vientre inflamado de su novia – nos hará bien a los tres -. La joven asintió con una leve mueca, pero sin soltar palabra, no durante toda esa noche. Mauricio trabajaba hartas horas del día, haciendo changas y de cadete, sólo, en el mundo desde que el sol le mostró su suerte, un joven que de niño vivió de sus manos cortadas y cuadradas, hechas para el repechaje del día a día. La mañana siguiente a su proposición ilusionada, se encontraba trabajando en una verdulería temporalmente, en suplencia de la esposa del dueño que estaba enferma. Mientras descargaba los cajones del camión pensaba en sus adentros, el prometedor futuro que se avecinaba, - si, un perro, los gatos son para las niñas y tendré un varón... – susurraba solitario en las calles que aún no despertaban. - nadie quiere quedarse en esta zona – dijo el temporal jefe, luego de escuchar uno de los balbuceos de él – hay que andar con cuidado, vos sos un buen pibe como pocos y la calle esta cada vez más podrida -. - ¿Y a mí me lo va a decir... - sonrió Mauricio – que me crié en su seno?-. Y mientras se trasladaba de un trabajo al otro en el colectivo, yendo al centro populoso de la ciudad, veía los diferentes matices de ésta, que nacidos en un barrio humilde cercano a las villas, con los niños caminando descalzos en las calles, las parrillas que humeaban, cerca de las también humeantes pilas de basura que se quemaban– se acumulaba mucha por el mal servicio de limpieza brindado por el gobierno -. Al cambiar el paisaje por uno opuesto y ostentoso, bajó del vehículo presuroso, pero mirando la comisura de las baldosas, vio sobresalir un poco de pasto mohoso – hoy la tomare de las manos otra vez – se dijo para sí mismo – y no la soltare hasta que me ilumine con un beso y un sí -. Pero se distrajo por un momento mirando a una familia que estaba cartoneando, de inmediato sus ojos se apagaron en memoria de su infancia de niño cartonero, días calurosos como fuego y noches en témpanos. Retomando, volvió a poner sus pies en la tierra y presto a su oficio estuvo toda la tarde hasta la media noche, de calle en calle entre los edificios y comercios lujosos, repartiendo pedidos . Al finalizar, recibió la paga de dos meses atrasados y el actual. – viste pibe que tarde pero seguro – dijo su otro jefe. Guardó el dinero en su billetera que nunca vio tan gorda y se quedo esperando en la parada del colectivo. De pronto de la nada salió un grupo de jóvenes, que antes de poder darse cuenta lo rodearon – entrega la plata gil, o sos boleta – dijo uno, con el rostro perdido entre el claroscuro delineado por un farol apenas ayudado por el flúor emanado de un anuncio de neón, y deteriorado por la sombra de una gorra blanca. – eh, ¿pero que les pasa?¿No ven que somos del mismo pago?- dijo Mauricio, reconociendo a su agresor de un barrio vecino, aunque nunca había cruzado palabras. Dos segundos pasaron sin soltar aire de ninguna boca, y se quebró con el grito de Mauricio, después del aullido estridente del gatillo y el disparo que atravesó su sien. El delincuente huyó con sus colegas, con los bolsillos llenos, se devolvió cerca de donde vivía, entro en una casa humilde y viendo a los ojos iluminados de su amante embarazada le dijo – hoy tuve un día productivo, venite con migo que te invito al bar y deja al carnudo de tu Mauricio que nunca vas a ver a más de dos pesos de su billetera, es un miserable-. La joven enamorada sonrió y se llevo su equipaje. Más pisoteada la madrugada, pagó ella los tragos con un billete manchado de sangre del cual no quiso preguntar, perdiéndose en la noche olorosa de inciensos narcóticos.

La primera imágen es de la página criticadigital.com.ar
La segunda imágen es de la tardesgrises.wordpress.com

jueves, 15 de enero de 2009

Placebo




Hilos de zócalos unen mis retazos,

en telarañas de arterias
mojadas en color menta

cortando, uniendo y enjaulando
el cuadro abstracto
de una derrota senil;
abrazando mis labios a mis cejas
desparramadas en virutas.

No tengo el bastón en mi mano
lo canjeé por el aire que ya vendí,
lo fumé como se digiere el tiempo
en una exhalación



-Me tiemblan las orbes
dibujadas en la espalda –


Donde el pecho se contrae
con sabor al almizcle
de las vías del tren.

Mordería el fémur de mi infancia
y rasparía su calcio amarillento
para buscar un dejo de sueño olvidado
entre el bolsillo del azar,
lamiendo el olor a tierra huérfana
que jugando desparramó unas canicas ciegas,
hurgando la adrenalina limpia de no embocar
el globo ocular en mis carencias.



- Caigo de rodillas en el bufar –.



Y me pregunto si el chispazo
del frío vidrio que se hace magma
abriendo mis piernas con su peso
lo debería sentir.
También si el cuerpo sabe ser inmune
a los microbios de la experiencia hueca

y sus aletas rancias a las que le armó colmena

con la senda de espina dorsal quebrada.

Rodando tras su estela.

Armando un castillo

sin sombra

con madera de naipes.

Jugando al Truco Solitario.

- Me rearmo –.

Una pieza aquí y otra allá...
Desencajando sus afluentes.
Con los bordes del cristal
aullándole a mis facciones
aún desintegradas
en sus chapas
chillonas de agua.

Y ya no me hace mella

el agitado sepulcro

de mi espejo,
ni el guiño en la garganta de mi opio;

mirándome los colgajos

de las sienes y el color a uva machacada

que lo cincela.

- Me esperanzo -.

En otros cielos
sin hamacas de sal;

tras mis párpados.

Sorbiendo jugos de leche
y mi pulgar
sin timos de navaja.


- Suspiro el deja vu –

eso lo pensé ayer.

-Reniego -.